Huidas
inesperadas,
palpita sin
sonido en el alma,
mientras la piel
aguarda.
En el confin de
la sien aparece tu nombre,
detrás de las
estrellas se esconde,
y la memoria en
deseo se expone.
De madrugada se
enciende la flor
ella se abre
entre cañaverales,
al ritmo de caderas,
surge su estandarte.
Despojada, las
sábanas son confidentes,
de la caricia tatuada,
ardiente…
se moja, se bebe,
despacio se siente.
Disfruta del gozo
eterno
en el instante que
se hace dueño,
sugiere el placer
exquisito el deseo.
©Beatriz Martín
26/12/17