(imagen bajada de internet)
El
oxigeno me falta, en el medio del cemento me ahogo, me pregunto
luego de 8 años, por qué aún el aire hace estragos, tengo que
detenerme, una, dos y tres veces, mientras el corazón murmura,
“respira” nadie te espera, pero el aire no da tregua. Mis
pulmones se burlan y la tristeza se presenta resignada haciendo
mueca.
Observo
a mi derecha e izquierda, hombres y mujeres que van y vienen, con
cierta agilidad, sin problema aparente. Me entra unos celos
vergonzosos, hablando sola, “por qué no puedo respirar profundo
como ellos”.
Sin
embargo doy gracias a Dios esta noche, al padre amoroso, al hijo
entrañable, amigo que nunca me falta y a su Espíritu Santo
inspirador eterno. Doy gracias por mis pulmones ahogados, gracias a
ellos, he dejado el vicio perverso.
Curiosamente
jamás volví a sentir deseos, ni ganas de fumar será que la
tormenta me comió por dentro, el humo me trastornó y el deseo está
muerto. Su aroma da asco, da miedo.
Buenas
noches...
©Beatriz
Martín
23/10/2024