Pintor Vicente Romero
El acantilado del laberinto murmura,
la caleta de mis sueños me
llama,
mi balcón del mar eterno me
abraza.
Tengo una huella perdida, que vuelve a nacer
insiste en encender las bondades
del ayer,
huella que a su paso desgarra la piel.
El alma llora, su inocencia recuerda,
la entrega dulce del verbo
amar,
una cercana esencia en mi tiembla.
Una suave sábana de pastel me enreda,
inaugura su entrada en mis entrañas,
mientras bebo con nadie, mi
flor se abre.
El gozo enardecido se alza sin
pensar,
solo sentir tu mirada en la
nada,
mientras fluyen éxtasis en mi
alma.
©Beatriz Martín
23/02/18