La atmósfera salina, nos abre un
paragua de emociones, su azulado espejo, logra que surja la pasión encadenada,
que llevamos dentro, en un suspiro se asfixia la frase entrecortada de placer,
y nos arrastra al diluvio del
querer. Nuestros cuerpos se regalan el
baile del vientre, acoplados, despacio nos vamos amando, haciendo que la espera
del éxtasis se extienda, para disfrutar de cada sensación exquisita en la piel,
nuestra mirada nos enciende, que con su
caricia nuestro latidos se aceleran, los besos humedecido llegan a nuestra flor, haciendo infinito el placer de los dos.
©Beatriz Martín
20/10/18